jueves, 27 de diciembre de 2012

Tarea I (individual). La vida controvertida de Rousseau


                                                                    Biografía
Jean Jacques Rousseau es un filósofo de los más contradictorios. Se presenta como un icono de la democracia moderna, pero su obra marca el despertar de las ideologías irracionalistas y del nacionalismo. Este escritor ataca la literatura con sus escritos, es un amante de los espectáculos que arremete contra el teatro, crítico de las ciencias y las artes que se presenta a un premio de la academia.
Rousseau nació en la ciudad de Ginebra (Francia) el 28 de junio de 1712 en el seno de una familia modesta y de religión protestante, de la que recibió una incompleta educación.  A la edad de 10 años queda abandonado a su merced por su familia, ya que su madre había muerto al poco tiempo de nacer él, su padre tuvo que huir de Ginebra y su hermano mayor desaparece. Lo cuida un pastor de nombre Lambercier hasta 1724, año en el que Rousseau comienza a trabajar en diferentes oficios.
Durante los años 1729 y 1730 se dedicó a enseñar música en diferentes ciudades, por lo que podemos decir que  vagabundeo por las ciudades. Aunque en 1731 consigue un empleo en el catastro de Saboya, por lo que reside durante ocho años en Annency. Allí recibe una educación en música, filosofía, química, matemáticas y latín. Debido a numerosos acontecimientos, en 1742 se trasladó a París, donde quiso presentar su nuevo sistema de notación musical. Este sistema no fue considerado ni útil ni original por la Academia, por lo que fue rechazado.
En París se encargó de componer óperas y copiar partituras. Siempre tuvo muchísimas dificultades en las relaciones con la sociedad ilustrada francesa, lo que provocó que adoptara una actitud de hostilidad hacia esa sociedad que la consideraba artificial, cruel y falta de sinceridad. Pero a pesar de todo esto, en esta época contactó con Diderot y D’Alembert con quienes contribuyeron a la creación de artículos de música incluidos en la Enciclopedia.
En 1744 conoce a Théresè Levasseur, mujer con la que tendrá cinco hijos internados en un orfanato al poco tiempo de nacer. En 1745 y a petición de D’Alembert, representa la ópera Las musas galantes. En este mismo año establece una relación de amistad con Grimm.
Diderot lo impulsó a presentarse en 1750 al concurso convocado por la Academia de Dijon, la cual le otorgó el primer premio a su Discurso sobre las ciencias y las artes, que marcó el inicio de su fama. En este texto mantiene una postura pesimista que se oponía abiertamente al pensamiento de los filósofos ilustrados, pues defendía que las artes y las ciencias contribuían al declive y a la humillación del hombre. Este discurso tuvo tanta polémica, que Rousseau tuvo que abandonar su puesto de trabajo y se dedicó a copiar música. En 1752 presentó en la corte la ópera El adivino del pueblo (Le devin du village)
Un año más tarde volvió a presentar en un concurso de Dijon otro discurso acerca del origen y el fundamento de la desigualdad entre los hombre, que despertó de nuevo una polémica acerca de la dura crítica que realizó sobre las instituciones políticas y sociales como grandes corruptoras de la inocencia y bondad naturales del hombre. Después de este discurso, volvió a su ciudad natal Ginebra donde se acogió al calvinismo.
En 1757 Rousseau vive en el bosque en una casa aparte del mariscal de Luxemburgo. Por esta fecha había cortado las relaciones con su mujer Théresè debido al enamoramiento de este por otra mujer del que también perdió las relaciones. En esta etapa de su vida publicó la novela epistolar La nueva Eloísa, en la que vemos su espíritu prerromántico. Al año siguiente publica dos obras muy importantes: El contrato social y el Emilio.
En Del contrato social (1762), Rousseau intenta articular la integración de los individuos en la comunidad; las exigencias de libertad del ciudadano han de verse garantizadas a través de un contrato social ideal que acuerde la entrega total de cada asociado a la comunidad, de forma que su extrema dependencia respecto de la ciudad lo libere de aquella que tiene respecto de otros ciudadanos y de su egoísmo particular.
En el  Emilio o De la educación (1762) es una novela pedagógica, cuya parte religiosa. En esta obra se opone al liberalismo de Montesquieu, por lo que el Parlamento de París obliga a Rousseau a quemar el libro debido a que fue declarada una obra impía. Debido a esto,  comienza a vivir una vida errante exiliado en Neuchâtel , donde (Suiza).
Surgieron de nuevo conflictos con las autoridades locales, de modo que en 1766, aceptó la invitación de David Hume para refugiarse en Inglaterra. Hume pensó conseguirle una pensión del rey Jorge III, pero lo único que consiguió fue que Rousseau se enfrentara con todos sus amigos debido a sus trastornos mentales. Se traslada a vivir al palacio de Ermenonville (París) que será su última residencia, ya que dos meses más tarde, el 2 de julio de 1778, fallece supuestamente por un derrame, aunque algunos sospechan que es por culpa del suicidio.
Este libro surgió tras conocer a la señora De Chenoceuax, quien le pide que escriba un libro sobre el modo de educar a sus hijos.  En este libro, el autor tuvo la ocasión de exponer sus pensamientos acerca de las cuestiones pedagógicas. Está dividida en cinco libros en la que expone las diferentes etapas de la educación de un niño imaginario llamado Emilio. Podemos decir que es una novela ficticia en la que el principio educativo es esencial para Rousseau, por lo que  la tarea educativa consiste en seguir los dictados de la naturaleza.
|  Libro I: hasta los 5 años
En él hay una serie de reflexiones generales sobre la educación junto con una serie de indicaciones precisa para los primeros años de vida. Se expone que hay tres fuentes de educación: la de la naturaleza, la de las cosas y la de los hombres. También dice que hay que evitar las contradicciones entre las voluntades del niño y de su preceptor, por lo que hay que ayudar al niño a que obre por sí mismo. 
|  Libro II: hasta los 12 años
Este libro está escrito sobre las tres ideas esenciales: el descubrimiento de la infancia, la educación negativa y la educación de los sentidos. De este modo expone que hay que respetar la forma de ser y de pensar del niño. La infancia tiene valor por sí misma, por lo que hay que evitar que el niño sea tratado como un adulto.  La educación negativa consiste en no enseñar la virtud y la verdad, sino en preservar el corazón del vicio y el espíritu del error. Dice que no hay que enseñar a leer ni escribir al niño hasta que él no tenga esa necesidad.
|  Libro III: hasta los 15 años
En esta etapa se amplía el campo de la experiencia. Lo bueno y lo malo no se enseña como tal cosa, por lo que el niño debe de tener un criterio de selección de experiencias. Es necesario enseñar al niño a perfeccionar su juicio, enseñándole lo que es bueno y lo que el malo.
|  Libro IV: hasta los 20 años
Esta etapa está marcada por la adolescencia. En esta etapa surgen los cambios fisiológicos, por lo que Rousseau dice que hay que mantener la inocencia natural y no adelantarse al desarrollo. Hay que educar al adolescente en la educación de las pasiones. El instinto sexual del niño se empieza a sentir muy fuerte en el niño, por lo que Emilio tiene la necesidad de buscar una compañera. A los 18 años ya se le puede hablar de Dios.
|  Libro V: edad viril y educación de la mujer
Habla sobre la futura mujer de Emilio, y en él Rousseau enuncia los principios de la educación femenina. Expone que la mujer debe ser fiel, modesta y reservada, tendrá la misma religión que su marido y cuidar la reputación y el honor de la familia.
Cuando Emilio y su mujer Sofía se conocen viajan por Europa conociendo las diferentes culturas y a su regreso se casan. Tienen un hijo que es educado por el propio Emilio.
El pensamiento de Rousseau
Rousseau es inspirador de las ideas pedagógicas como la tarea educativa como facilitadora del  desarrollo espontáneo y libre; la adecuación de los contenidos instructivos a las exigencias de los períodos evolutivos del niño; la importancia concedida a la actividad y a la experiencia en el proceso de aprendizaje; la motivación del interés.
El pensamiento de Rousseau se encuentra influido por varias corrientes ideológicas como el naturalismo y el individualismo. Del naturalismo se extrae que el mal existe en el mundo, y su experiencia es la causa de la infelicidad humana, pero Rousseau afirma que el mal no está en la naturaleza humana, sino que el hombre es bueno por naturaleza y es la sociedad quién lo pervierte. En el individualismo encontramos el pensamiento que se opone a la vida social, por lo que se intensifica la dependencia del individuo respecto de la cultura de la civilización. Por lo que podemos extraer el pensamiento de que el individuo es más libre cuanto menos se necesita de algo o de alguien. La educación está orientada por la pauta del individualismo.
En la sociedad, dice Rousseau, hay que "sustituir el hombre por la ley, y armar las voluntades generales con una fuerza real superior a la acción de toda voluntad particular. Si las leyes de las naciones pudieran tener como las de la naturaleza una inflexibilidad que ninguna fuerza humana pudiera vencer, la dependencia de los hombres vendría a ser entonces la de las cosas, se reunirían en la República todas las ventajas del estado natural y el estado civil, se juntaría la libertad que mantiene al hombre exento de vicios con la moralidad que lo eleva a la virtud


Sentido de la pedagogía
           Rousseau no ha pretendido en el libro Emilio hacer un tratado sobre la Educación, sino hablar sobre “la bondad original del hombre, destinado a mostrar como el vicio y el error, al ser ajenos a su constitución, se introducen en él desde fuera y lo alteran progresivamente”.
La originalidad de esta obra se encuentra en las reflexiones del hombre bajo la forma de un discurso pedagógico. Explica también el impacto que produce sobre el pensamiento educativo posterior, ya que Rousseau solo plantea problemas humanos, los resuelve y educa al niño, algo que es anterior a su época e impacta sobre la sociedad debido a su modernidad.
Según él, la educación es sólo la preparación para la vida adulta, y una vez que se logra, la educación pierde su sentido. A modo de conclusión, podemos decir que esta visión es afín con el pensamiento ilustrado racionalista.

Bibliografía

|  http://www.youtube.com/watch?v=-_d8X47Qw9M

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Práctica individual 2: La "Pepa" y la Educación



LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA 1812
¿Qué es?
La Constitución española de 1812 es uno de los textos de carácter jurídico más importantes de España, ya que sobre ella se sentaron las bases de las constituciones posteriores.  Está compuesta por 384 artículos y posee un carácter novedoso y revolucionario al establecer por primera vez la soberanía nacional y la división de poderes. En ella se recogieron muchos principios fundamentales todavía vigentes en la actualidad, por lo que fue considerada como una fortaleza de libertad.  Algunos de los principios que se destacan de esta constitución son:
1.      Soberanía Nacional, es decir, el poder reside en el pueblo
2.      Separación de poderes, por lo que la potestad de hacer las leyes reside en las Cortes con el Rey, la de ejecutar las leyes reside en el Rey y la de aplicarlas se encuentra en los tribunales establecidos por la ley.
3.      Derecho de representación, por lo que los ciudadanos pueden elegir a su representante.
4.      Libertad de Expresión, Prensa e imprenta, es decir, los ciudadanos pueden explicar, publicar sus ideas políticas sin represión alguna.
5.      Derecho a la integridad física.
6.      Libertad personal
7.      Inviolabilidad del domicilio, no podrá se allanada ninguna propiedad.
8.      Garantía Procesal y Penal
Contexto histórico
La Constitución de 1812 fue promulgada el 19 de marzo del mismo año en Cádiz, coincidiendo con la festividad de San José, por lo que fue denominada “La Pepa”. En su momento de proclamación, significó una gran ruptura con lo que existía anteriormente, por lo que fue muy  importante mostrar a los ciudadanos del principio de los que disponían.
El 2 de mayo de 1808 se produjo el levantamiento del pueblo de Madrid, lo que provocó el inicio de la Guerra de la Independencia contra los invasores franceses, lo que causó un gran daño a España. El pueblo español no reconocía a José I como rey de España, y como estaba ausente Fernando VII se produjo un vacío de poder que originó estas revueltas. Las Juntas locales fueron las encargadas de asumir el poder ante el clima que había en España. Se formó una Junta Suprema Centra que organizó la resistencia contra el pueblo francés, por lo que su objetivo fue el de dirigir la guerra y el de estructurar el país de acuerdo con unas normas que finalizaran con las instituciones del Antiguo Régimen y de este modo la Monarquía Absoluta quedaría derrocada.
El ejército francés se adueñó de casi toda España durante los años 1809 y 1810, lo que obligó a la Junta a trasladar su sede a Cádiz. En 1810 la Junta decidió traspasar sus poderes a un Consejo de Regencia y convocar Cortes para reunirse en Cádiz. Todo esto acabó siendo una Cámara Única como muchos quería, por lo que en  este mismo año los diputados fueron elegidos por sufragio universal masculino en arduas condiciones.
Las Cortes de Cádiz se reunieron en 1810, debatiendo el proyecto de Constitución que se alargó, ya que al mismo tiempo, se aprobaron otros decretos y leyes. Esto provocó que hubiese una división de ideas entre los diputados, apareciendo dos grupos ideológicos:
·         Los absolutistas que fueron partidarios de la continuidad de la monarquía absoluta. Fueron denominados despectivamente los serviles.
·         Los liberales que defendían las libertades, el final de la monarquía absoluta y la estructuración de una sociedad igual ante la Ley.
Finalmente, tras varios meses de debates, se aprobó el 19 de marzo de 1812 la Constitución Española.
Sociedad española de principios del siglo XIX
Para explicar cómo era la sociedad española de principios del siglo XIX, hay que hablar, en primer lugar, de un movimiento que se inició a mediados del siglo XVII hasta el siglo XIX. Esta tendencia recibe el nombre de Revolución Industrial, que se formó en Inglaterra y que posteriormente se expandió por el resto de países europeos. Esta revolución supuso la sustitución de herramientas por máquinas, de talleres por fábricas, de artesanos por obreros, etc. La Revolución Industrial urgió, de esta forma, el nacimiento del proletariado obrero. También se desarrollaron nuevas fuentes de energía como el carbón y la máquina de vapor que sustituye a la madera, aparece el Hierro (Fe), por lo que en el País Vasco surge la industria siderometalúrgica), la lana es reemplazada por el algodón.
En esta época, la sociedad estamental que había dominado en el Antiguo Régimen, se va a desintegrar pasando a ser una sociedad clasista o de clases en la que prima el esfuerzo y no los títulos nobiliarios que tengas o la familia de la que provengas. Es una sociedad dinámica, por lo que las personas no están toda su vida estancadas en la misma clase social, sino que dependiendo del trabajo y de los méritos que tengas puedes cambiar de clase. Desaparecen los privilegios y las personas son tratadas como ciudadanos, por lo que tienen unos derechos naturales e inalienables desde el momento de su nacimiento.
Debido a la industrialización, la agricultura quedó relegada a un segundo puesto perdiendo toda la importancia que tenía en el mundo laboral. Los ciudadanos abandonaron los trabajos agrícolas y ganaderos y se trasladaron a las ciudades a trabajar en las fábricas, produciéndose de este modo un movimiento migratorio del campo a la ciudad y una pérdida de poder por parte de la nobleza, quienes tenían a la agricultura como base de su economía.
En lo referente a política, podemos decir que  los nobles se mantuvieron cerca  del poder formando parte del Senado, ya que durante la mayor parte del siglo la Cámara Alta estuvo reservada para  la aristocracia social.
Ante el nacimiento de la alta burguesía, podemos decir que éstos adoptaron las costumbres y las maneras de la nobleza en el ámbito social. Tanto los nuevos como los viejos ricos se situaban en los palcos reservados en la ópera, acudían a banquetes y a recepciones en palacios.
La Iglesia vio menguado su poder desde el inicio del siglo XIX, cuando el Estatuto de Bayona prohibió la Inquisición de manera oficial. Más tarde, en la Cortes de Cádiz en 1812 se llevó a cabo la desamortización de parte de las propiedades en propiedad de la iglesia, concretamente se ordenó la expropiación de todos los conventos en los que hubiese menos de 12 profesores y los que excediesen dos por ciudad. Otro duro golpe para la Iglesia fue en 1836 la desamortización de sus bienes inmuebles de Mendizábal, quién elaboró una ley por la que se permitía la expropiación de las propiedades eclesiásticas que no estuviesen destinadas a la Educación (escuelas) o la Sanidad (hospitales) para luego subastarlas públicamente y recaudar fondos públicos. Esto provocó que se rompieran las relaciones con el Vaticano, que no volvieron a establecer hasta 1845 con el Concordato de la Década Moderada, en el cual se le hacía participe a la Iglesia de parte del presupuesto público.
En 1856 la Constitución nonata de este mismo año estableció cierta tolerancia religiosa, por lo que en  la Constitución de 1868 se proclamó la libertad de cultos y finalmente en la 1ª República se decretó la separación entre la Iglesia y Estado.
La burguesía vivió su época de crecimiento y la instauración de un sistema liberal diseñado de acuerdo con sus intereses. Colaboraron en las Cortes de Cádiz, en la que los nobles se vieron en minoría por primera vez. Podemos decir que esta clase es la que surge del comercio y que se enriquece debido al proceso de industrialización, aunque en España este proceso se llevó a cabo de manera tardía y se desarrolló, sobre todo, en las regiones periféricas, como Cataluña o el País Vasco. Las clases medias formadas por profesionales liberales, se desmarcaron inmediatamente de la burguesía en  la política, en el Trienio liberal, en cuanto tuvieron  ocasión.
En los transportes destacamos la aparición del ferrocarril que se convirtió en el siglo XIX en el motor de la economía. De este modo, apreciamos una red ferroviaria más densa en los países desarrollados que en los subdesarrollados. Otro medio de difusión que surgió fueron los periódicos, que se convirtieron en una herramienta de propaganda política. De esta forma, escritores como Fernández de los Ríos (afín a la corriente progresista) o Escobar (consonante a la corriente conservadora) dirigían sus escritos hasta el punto de incitar revoluciones como la de 1868.
Las ciudades crecieron, por lo que ingenieros y arquitectos planificaron el crecimiento urbano y las obras públicas de las ciudades en este siglo. Ellos fueron los responsables del trazado del ferrocarril, el abastecimiento de agua a la población, los proyectos urbanísticos y las plantas industriales. Destacamos a Cerdá que se encargó de diseñar el ensanche de Barcelona, y en Madrid Arturo Soria construyó la Ciudad lineal. 
En conclusión, el panorama social había cambiado mucho desde 1800 hasta 1900. Aunque no se notó de manera brusca en el campo, en  las ciudades la vida se transformó en gran medida sobre todo a partir de 1830. Se construyeron estaciones de ferrocarril, crecieron los barrios populares, aparecieron los tranvías, los mercados cubiertos, la electricidad llegó a los hogares, etc. Los barrios fueron clasificados según la renta, por lo que se encontraban en las ciudades desde zonas residenciales hasta barriadas obreras. Otra característica  a destacar en esta época fue la aparición de centros de ocio que eran distintos en cada clase social, por lo que la alta burguesía y la aristocracia se reunían en los salones de sus palacios, mientras que los profesionales de clase media se reunían en los cafés.
Se olvidó el pensamiento de Jovellanos, en el que ninguna sociedad puede avanzar con una población sumida en el analfabetismo y la ignorancia, pero que revivió con el nacimiento del Estado Liberal. Esta condición fue expuesta en la Constitución de 1812 donde se recoge el derecho a la educación básica, por lo que la tasa de analfabetismo fue reducida en un 90%. Para superar este problema, se crearon en 1845 institutos de enseñanza media bajo el mando de los liberales moderados.
Durante el reinado de Fernando VII, España sufrió una represión social y política que tuvo una gran repercusión en la cultura. Existía un escaso interés por el arte, que no fue hasta 1832, cuando volvieron los exiliados, a cultivarse en España las corrientes que se encontraban en Europa. Por lo que encontramos a grandes personajes en pintura como a Goya con obras como La lechera de Burdeos, Velázquez y Picasso, en música a compositores españoles como Albéniz y Granados que compusieron sobre todo obras para piano como Suite española El Ópalo mágico. Finalmente en lo referente a literatura destacamos Romanticismo que es la corriente literaria que predominó en Europa durante la primera mitad del siglo XIX. En España este movimiento llega con retraso (1834) debido a Fernando VII, por lo que no fue muy abundante. En esta corriente encontramos a autores como Espronceda y Larra. Este movimiento finalizó en 1844 con Don Juan Tenorio de Zorrilla.
Fragmento de la Canción del Pirata de Espronceda:
Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,                
Por su bravura, el Temido,
En todo mar conocido
Del uno al otro confín.
Versión musical de Tierra Santa de la Canción del Pirata 
Influencia de las ideas ilustradas en el concepto de la Educación de la Constitución de 1812.
La constitución española de 1812 estuvo influida por varias corrientes de pensamiento entre las que encontramos el liberalismo español dividido en Iusnaturalismo racional e Historicismo nacionalista, la Ilustración y el influjo escolástico. De este modo, podemos decir que en las Cortes de Cádiz convivían numerosas ideas políticas, es decir, en las Cortes de Cádiz había tres tendencias: los diputados realistas, los americanos y los liberales. Estas tendencias eran inestables y hábiles debido a que no estaban organizadas en verdaderos partidos políticos.
El liberalismo es un movimiento revolucionario que criticaba al Antiguo Régimen, por lo que no nace en las Cortes de Cádiz, sino que ya estaba instaurado en España. Puede definirse como un cántico a la libertad. Fue una buena ocasión para mostrar sus ansias de innovación y responder a los problemas que existían en el ámbito político, constitucional, económico y social del país. Sale al frente en medio de una conmoción nacional sin precedentes. España se encontraba en medio de numerosas revueltas como la invasión francesa, la insurrección popular, el levantamiento independentista en América, la formación de la Regencia, todo esto, entre muchas otras causas, son las principales secuencias de esta circunstancia histórica. Este panorama concluye con las Cortes de Cádiz y con la derrota del “Deseado” Fernando, que pone fin a una situación de represión y exilio.
La Constitución de 1812 surgió como respuesta civil a unos liberales profundamente nacionalistas que se establecieron representantes de un pueblo en armas. Los representantes del liberalismo querían resistir a las tropas enemigas, pero también defender sus ideas (Guerra y Revolución. Revolución y Guerra). Esta doble contradicción supuso que los dos principios del liberalismo fuesen el Iusracionalismo y el Historicismo Nacionalista. Podemos decir que en España, el liberalismo quiso conjugar la defensa de la libertad con el nacionalismo, las doctrinas revolucionarias con la apelación a la tradición histórica nacional. Se quiere defender a España ante la invasión francesa y sus ideas.
La recepción en España del Iusnaturalimos Racional en el siglo XVIII es algo de lo que no hay dudas, ya que las ideas del liberalismo doceañista que se mantuvieron en las Cortes de Cádiz hundían sus raíces en esta corriente. Este pensamiento tuvo su influencia de personajes como Locke, Diderot, Montesquieu y Rousseau, como se percibe en Campomanes, Cabarrús, Jovellanos y Martínez Marina.
El Iusnaturalismo racionalista inspiró a todos los componentes del grupo liberal, por lo que fue la fuente que más importancia tuvo  entre los principios formadores de la Declaración de los derechos de 1789 y la Constitución francesa de 1791.
La influencia de este pensamiento se manifiesta en el lenguaje de los liberales, ya que encontramos numerosas referencias a los derechos naturales e inalienables, voluntad general, a la Razón, a la igualdad natural, al estado de Naturaleza y al Pacto social. Pero las proposiciones más importantes de este movimiento fueron la teoría de la soberanía, los conceptos de Nación y Representación, la teoría de la división de poderes y las ideas de Constitución y Monarquía. Todo esto le otorgó a la Constitución de 1812 un carácter más revolucionario.  De este modo, podemos decir que esta Constitución se inspiró en dos grandes principios: el de Soberanía Nacional y el de división de poderes. El primer principio no se defendió en las Cortes de Cádiz. La Soberanía fue definida como un poder original, duradero e ilimitado que recaía exclusivamente en la Nación. El otro principio transformó radicalmente la organización de la Monarquía absoluta, ya que el Rey no tenía noto el poder.
El Historicismo Nacionalista estaba construido sobre la base de extraer de los códigos medievales españoles los principios y las instituciones básicas del moderno constitucionalismo. De este modo, esta corriente pretendía “inventar” una tradición liberal, o como ellos denominaban, restaurar. Los liberales afines a esta corriente creían que la Constitución de Cádiz era la restauración de las leyes fundamentales de la Edad Media. Los realistas y liberales coincidieron en la necesidad de trazar las bases de la Constitución sin hacer “tabla rasa” del pasado, es decir, sin romper con la historia. Aunque los realistas y los liberales tenían un significado del Historicismo Nacionalista muy diferentes. El historicismo de los realistas se situaba en la inspiración de Jovellanos, mientras que el de los liberales estaba en la influencia de Martínez Marina. De modo que los primeros identificaban la historia con la tradición, mientras que los otros sustraían de la crítica racional la esencia de lo que entendían por tradición histórica única de España, y ante este conflicto (histórico y racional) se decantaron por lo histórico.
Otra corriente que influyó en la Constitución de 1812 fue la Ilustración. Basaba su pensamiento en dar un poder absoluto al Rey, recurriendo al pacto de sujeción, por el cual el pueblo vendía todos sus derechos al Monarca, quien debía de ejercer el poder de forma exclusiva. Según esta ideología, la Constitución era el conjunto de normas que delimitaban un orden político básico, de tal modo que se trataba de un concepto puramente material.
La última influencia que se encuentra en la Constitución de Cádiz es la del Escolasticismo, cuyo representante más destacado fue Francisco Suárez.  Existieron numerosos hechos como la penetración de las ideas de La Enciclopedia,  las reformas universitarias carloterceristas y la expulsión de los jesuitas, contribuyeron a debilitar el influjo de esta corriente, aunque no fueron lo suficientemente fuertes para debilitar su prestigio.  De este modo, en las Cortes de Cádiz, el influjo escolástico se hizo especialmente patente entre los Diputados realistas.
Con tantas corrientes ideológicas distintas, no era de extrañar que el concepto de Educación que tenían unos no fuese el mismo que el de los otros. Podemos decir que la Constitución de 1812 contenía declaraciones como el establecimiento de Escuelas de primeras letras en todos los pueblos y de otras instituciones para la enseñanza, pero la idea de Educación era muy diferente en los sectores que componían las Cortes de Cádiz. Para los liberales la educación estaba asociada a los derechos políticos, por lo que en el artículo 25 se establecía la necesidad de “saber leer y escribir para el ejercicio de los derechos de ciudadano”.
La Ilustración convencía a los hombres de que la razón humana era capaz de lograr la mejoría de sus vidas en la sociedad. Creían que los hombres podían descifrar y entender el mundo físico-natural y la civilización de los hombres, por lo que se pusieron en entredicho las ideas de la Iglesia. Decían que era necesario eliminar la ignorancia de la gente por medio de la Educación, por lo que era necesario convertir al Estado en un instrumento del progreso, que promoviese los avances económicos y sociales. En referencia a los Ilustrados, diremos que siguen la idea que tenía Jovellanos acerca de la educación. Según él, la educación es el resultado que se obtiene de una buena instrucción. Sólo el hombre es educable, ya que es el único ser que puede ser instruido, por lo que educar al hombre no es más que ilustrar su razón con los conocimientos que pueden perfeccionarle. De este modo, se defiende que el fin de la instrucción es la perfección del hombre.
Para los escolásticos, la idea de educación es similar a la de los anteriores, pero con pequeñas diferencias. Según ellos, la Educación es la acción de conducir y promover a la prole al estado de perfección del hombre, es decir, conducirle al estado de virtud. Para Tomás de Aquino, un personaje afín a esta ideología, la Educación es un proceso dinámico, que tiende al estado de perfección del hombre, mediante la posesión de virtudes.
 Conclusiones: importancia de la Constitución de 1812 en el desarrollo del derecho a la educación en la normativa legislativa posterior a la Constitución de 1978.
La educación ha sido un aspecto que todos han tratado independientemente de su ideología.  Desde la Constitución de 1812 se ha tratado el concepto de Educación. Se decía que la Educación era un derecho que todos tenemos. Esto ha permitido que se siga manteniendo en la realización de las posteriores Constituciones, así el derecho a la Educación tiene un carácter social y se recoge como derecho constitucional por primera vez en la Constitución de 1978. De modo que no podemos negar que el concepto de Educación no tuviese precedentes a nivel nacional (Constitución de 1812) como a nivel europeo (Constitución jacobina de 1793).  Se habla de una Educación ligada a la escuela pública, para que todas las capas sociales puedan acceder a ella.
El derecho a la Educación de la Constitución de 1978 viene recogido en el artículo 27 bajo el epígrafe “De los derechos fundamentales y de las libertades públicas”. Esto hace referencia a una serie de derechos fundamentales sometidos a una regulación normativa y a un régimen de protección judicial especial. De modo que el derecho a la educación y a la libertad de enseñanza (arto. 27) dice que “Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza. Siendo la enseñanza básica obligatoria y gratuita. También se reconoce la autonomía Universitaria. Gestión de profesores padres y alumnos.” En el artículo 81 encontramos que este desarrollo de los derechos fundamentales es materia reservada para la aprobación de los miembros del Congreso en una votación  específica.
El derecho a la educación no puede ser interpretado como el acceso al puesto escolar que sea del agrado del individuo, en las condiciones que quiera y obligando a las instancias públicas a la creación de los puestos docentes que desee. Se debe interpretar como la estructura organizativa encargada de orientar y garantizar un puesto en el ámbito escolar a todos y cada uno de los ciudadanos, creando nuevos centros en los lugares donde sea necesario. Esto debe ser facilitado por el Estado.  Además como se recoge en la Constitución de 1978, debe haber libertad de cátedra, ideológica y religiosa, derecho a la cultura y derecho de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos a la Educación. Este último punto ha ido evolucionando, ya que como hemos visto anteriormente, no se contempla en la Constitución de 1812.
En conclusión, la Educación ha dejado de ser un lujo accesible únicamente a las clases económicamente más fuertes del país, para ser un derecho para todos los ciudadanos independientemente de su condición social. Es un bien necesario que necesita la protección de organizaciones jurídicas como el Estado. También es un requisito con el que todos los ciudadanos debemos contar para entrar en el mundo laboral, ya que en la actualidad es un aspecto muy valorado a la hora de buscar trabajo. Numerosos pactos internacionales como la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), la Declaración de los Derechos del Niño (1959) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), entre muchos otros, han recogido la importancia de este derecho.
En mi opinión, la Educación siempre debería estar abierta a toda la población, no solo como un derecho, sino como un deber que debemos exigir. Las personas necesitamos formarnos y adaptarnos a las exigencias de la sociedad, por lo que gracias a la educación se puede lograr una mejor adaptación, ya sea al mundo social y al mundo laboral. No hay que quedarnos como unos ignorantes sin hacer nada. Nuestros antepasados ya sufrieron la analfabetización, por lo que las nuevas generaciones tenemos que luchar por conservar este derecho.
Bibliografía: